Una amiga compartió conmigo este artículo. Ya sabíamos que calentar los alimentos en microondas podía provocarnos algún daño, pero una niña de secundaria quiso comprobar el efecto a través de un experimento.
Lo que hizo fue usar dos plantas iguales y regarlas con la misma agua. La diferencia fue que el agua que usó con una, la hirvió del modo tradicional y la otra la hirvió con el horno de microondas. El resultado al paso de nueve días fue sorprendente.
La conclusión a la que llegó es que la estructura molecular, de los alimentos y las bebidas, al someterse al efecto de las microondas cambia de una forma que el cuerpo no es capaz de reconocer y por lo tanto no la logra procesar, incluso puede dañar.
Las imágenes son sorprendentes.