En mi trabajo con la enfermedad celíaca, este fue uno de los puntos fundamentales que tuve que comprender para abrirme a la posibilidad de una cura. Gracias a las enseñanzas de mi maestro y mi sadhana diaria, fue que poco a poco logré comprender la naturaleza de la ignorancia.
Él me enseñó que existen tres venenos de la mente: ego, apego e ignorancia.
Hoy hablaremos de la ignorancia y de la importancia que esta juega en el camino para encontrar una cura a cualquier padecimiento. Sea el que sea.
Empecemos:
Todas las experiencias surgen de la ignorancia.
Según la tradición tibetana existen dos tipos de ignorancia: innata y cultural.
La ignorancia innata es la ignorancia de nuestra verdadera naturaleza y de la naturaleza del mundo (universo, vida, amor, dios o como le quieras llamar). Esta se manifiesta a través de nuestra visión de la dualidad, es decir, cuando no somos capaces de comprender la unidad y vivimos calificando lo bueno y lo malo, esto o aquello; sin comprender que ambos son parte de una unidad indivisible. La dualidad no existe, es nuestra mente quien la crea y mientras nuestra percepción del mundo se mantenga bajo el juicio de la dualidad, vivimos en ignorancia innata.
Debido a esta dualidad que la mente percibe, es que se crean ideologías y creencias, donde se aceptan unas cosas y se rechazan otras. Creamos afinidad y aversión a distintas cosas con las que posteriormente nos identificamos y creemos que nos definen.
Queremos placer, riqueza, fama y comodidad y huimos de la incomodidad, el dolor, la vergüenza y la pobreza. Queremos estas cosas para nosotros y nuestros allegados, sin importar lo que le suceda a los demás. Queremos una experiencia diferente a la que vivimos, o nos aferramos a una determinada experiencia, tratando de eludir los cambios inevitables que le harán llegar a su fin.
La ignorancia cultural aparece cuando los deseos y las aversiones se institucionalizan en la cultura y quedan “grabados en piedra” en un sistema de valores.
Por ejemplo, los musulmanes no comen carne de puerco, pero sí carne de res, y los hindúes creen incorrecto comer carne de res, pero la carne de puerco es aceptada. Otras culturas consumimos ambos, y otras piensan que consumir cualquier cosa proveniente de animales es una total aberración, ¿quién tiene razón?
Cada cultura cree que tiene la razón, pero sus ideas no surgen de una auténtica sabiduría sino de un prejuicio institucionalizado.
La ignorancia cultural afecta todas las facetas del grupo de personas que forman parte de esa cultura. Moldea opiniones, costumbres, sistemas de valores e incluso condiciona el conocimiento. Todos los individuos que forman parte de una cultura aceptan ciegamente sus preferencias como fundamentos de vida y las confunden con la “ley divina”.
Somos educados y crecemos con ciertos valores, preferencias a algún partido político, religión, deporte, un sistema médico, y opiniones sobre cómo deben ser las cosas. Pasamos por la escuela, la universidad, obtenemos diplomados, etc. Pero si observamos con detenimiento, cada diploma, curso, reconocimiento o conocimiento adquirido bajo este camino, son trofeos ganados en el camino del desarrollo de una ignorancia más y más sofisticada.
La educación refuerza el hábito de ver al mundo a través de un determinado lente. Podemos volvernos expertos en una perspectiva equivocada, volvernos muy precisos en nuestra forma de entenderla y además nos relacionamos con otros expertos para reafirmar aún más nuestras posturas.
Lo mismo ocurre con distintas corrientes de pensamiento, donde se aprenden sistemas intelectuales y desarrollamos la mente para convertirla en un agudo instrumento inquisitivo. Sin embargo mientras no superemos nuestra ignorancia innata, solo estaremos desarrollando un prejuicio adquirido, no la sabiduría básica.
¿Recuerdas la historia de los ciegos que trataban de describir al elefante?
Cada uno lo describió de manera distinta, el primero como serpiente, el segundo como abanico, el tercero como un muro y el cuarto como el tronco de un árbol y todos tenían razón. Pero ninguno podía ver al elefante completo. Eso es ignorancia.
Nadie nace con la idea de que es incorrecto comer carne de res o de puerco, o de qué sistema filosófico, ideología o religión es el verdadero. La fidelidad a ciertos valores es el resultado de la ignorancia cultural, pero la propensión de aceptar perspectivas limitadas que se originan en el dualismo es la manifestación de la ignorancia innata.
Podríamos utilizar la siguiente imagen para explicarlo mejor. La luz que marca el faro podríamos decir que es nuestro “conocimiento”. Solo vemos una parte de todo lo que es. El resto es nuestra ignorancia innata que no nos permite ver el todo, lo cual a su vez da raíz a la ignorancia cultural. Podríamos decir que mientras más fuerte se vuelve el haz de luz, más “sofisticado es nuestro conocimiento”, pero no dejamos de ver hacia el mismo lugar, es decir, seguimos sin ver el resto.
Solo cuando comprendemos que hay mucho más que una visión dogmática (como el haz de luz), y nos abrimos a la infinidad de posibilidades (lo que el haz de luz no toca), es cuando comenzamos a comprender nuestra verdadera naturaleza y del universo, y comenzamos a superar nuestra ignorancia innata.
La ignorancia, cultural o innata no es más que un obscurecimiento de la conciencia. Apegarse o sentirse repelido por ella, es una manifestación más del dualismo provocado por la ignorancia. Lo importante es reconocerla, más no rechazarla.
Siendo celíaco, comprendí que para encontrar una cura a mi problema, debía aprender a no rechazar distintas formas de pensamiento, aunque estas desafiaran mi educación. También comprendí que no debía aceptar ciegamente la información que recibía de la medicina oficial donde se pregona «es un problema genético y no tiene cura, solo evade el gluten todo lo que puedas», pues esa visión, finalmente era como el haz de luz de la fotografía.
Solo abriendo mi mente y mi corazón lograría complementar mis conocimientos y abrirme a un universo de nuevas posibilidades, actuar en consecuencia y finalmente comenzar a armar el rompecabezas de esta condición.
El problema no es la ignorancia, todos somos ignorantes. El problema es no reconocerla y tratar de imponerla en otros.
Haz lo que quieras, siempre que no le impongas tu voluntad a otros – David Icke
Saludos Andrik!! vi un comentario de spiner en redjedi (hilo sobre el agua de mar)y pasé a tu blog. he pasado varias vesces hoy, sin un roden y cada vez siento que hay algunas personas que necesitan esta información que estás compartiendo de una manera que infunde confianza. siento tu paz en tus notas. . recibe mi abrazo. regina
Hola Regina, me da mucho gusto que esta información te sea de utilidad. Por estar trabajando en otros proyectos, no he actualizado el blog en un buen rato, pero tengo pendientes varios artículos muy interesantes. Siempre que recibo comentarios como el tuyo me motivo a seguir compartiendo más experiencias sobre este tema.