Durante la etapa de la adolescencia es raro que la enfermedad presente síntomas, lo que dificulta mucho el diagnóstico. De hecho suele pensarse que como los síntomas han desaparecido, el cuerpo se ha curado.
Es muy importante observar si hay aparición de diarrea crónica o intermitente, con disminución del apetito y pérdida brusca de peso, anemia por déficit de hierro (sin pérdida de sangre evidente), hipocalcemia y déficit en vitaminas y minerales, a partir de la adolescencia y en una persona adulta se sospeche el diagnóstico. En pacientes celíacos no tratados, la pérdida de esmalte dentario también es característica.
Al rededor de los 20-23 años, algunos de los síntomas que se presentaban en la niñez suelen reaparecer. Personalmente a mi me regresaron los síntomas a partir de los 23 años.