El papel del miedo

El miedo es una de las respuestas más básicas que tenemos. Desde una perspectiva biológica su función es preservar nuestra integridad. Veamos primero lo que Wikipedia tiene que decir al respecto:

El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación, habitualmente desagradable, provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, lo que incluye al ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además el miedo está relacionado con la ansiedad.

Existe miedo real cuando la dimensión del miedo está en correspondencia con la dimensión de la amenaza. Existe miedo neurótico cuando la intensidad del ataque de miedo no tiene ninguna relación con el peligro. Ambos, miedo real y miedo neurótico, fueron términos definidos por Sigmund Freud en su teoría del miedo. En la actualidad existen dos conceptos diferentes sobre el miedo, que corresponden a las dos grandes teorías psicológicas que tenemos: el conductismo y la psicología profunda. Según el concepto conductista el miedo es algo aprendido. El modelo de la psicología profunda es completamente distinto. En este caso, el miedo existente corresponde a un conflicto básico inconsciente y no resuelto, al que hace referencia.

El tema del miedo puede ser analizado desde muchas perspectivas, y para esto recomiendo la lectura del artículo completo http://es.wikipedia.org/wiki/Miedo

Desde una perspectiva espiritual, haciendo a un lado la cuestión biológica, el miedo es resultado de los tres venenos de la mente: ego, apego e ignorancia.

Para comprender de dónde surgen estos tres venenos, primero es importante comprender, nuevamente, cómo creamos mecánicamente nuestra realidad. Para llegar a esto, primero debemos comprender quienes somos, de dónde venimos y cómo experimentamos esta realidad física.

En primer lugar, recordemos que la «materia prima» de la existencia es consciencia y energía. Nosotros somos parte de la existencia, la cual se manifiesta de infinitas formas. Recordemos lo que dijo el francés Antonio Laurent Lavoisier con su ley de conservación de la materia: «la materia (energía) no se crea ni se destruye, solo se transforma». Eso quiere decir que todo lo que existe, solo puede cambiar de expresión, pero nunca será destruido. Así que tranquilo, no le temas a la muerte, ya que no puedes morir, solo puedes cambiar de expresión, puedes cambiar de experiencia. Todo lo que existe, aunque su expresión cambie, siempre ha existido y siempre existirá. Todo lo que no existe, nunca ha existido y nunca existirá, así que la no existencia se mantendrá igual y la existencia aunque cambiante, seguirá existiendo.

Nuestra naturaleza es consciencia y energía que ha elegido tener una experiencia física en las cuatro dimensiones. Así queda establecida con los cuatro aspectos del tetrahedro (espíritu, emociones, mente y cuerpo), y es como experimentamos las cuatro dimensiones y nuestra vida. Como ya lo mencioné, tu naturaleza existencial no tiene ningún límite, no tiene principio ni final, por lo tanto es imposible definirla (definición implica finalizar o terminar) sin embargo cuando se nos programan creencias, definiciones, conceptos, ideas, hábitos, etiquetas, etc.; estos comienzan a limitar nuestra experiencia. Nos enfocan en un solo punto y nos hacen olvidar el resto (de esto hablé en el artículo sobre la ignorancia). Es en este momento donde comenzamos a definir nuestra realidad, generalmente de forma inconsciente.

Todas las programaciones que decidimos aceptar, ya sea por elección propia o que nos fueron impuestas, comienzan a crear nuestra realidad. Es por eso que decimos que todo es un espejo, porque la realidad que creas/experimentas es un reflejo de tus creencias más profundas.

Llegados a este punto entonces es fácil comprender el papel que juegan los tres venenos de la mente: ego, apego e ignorancia.

Hay tratados enormes sobre el ego, las escuelas orientales hacen mucho énfasis en comprenderlo y trascenderlo. Ojo, dije trascenderlo, no matarlo/eliminarlo. El ego es el eterno incomprendido, siempre se ha satanizado, y muchos «buscadores espirituales» se expresan sobre él de una forma muy negativa. El ego tiene el mismo problema que tiene nuestra apéndice o el «adn basura». Como no se logra comprender, se dice que no sirve y que no debería estar ahí. Pero veamos lo obvio: si existe es porque tiene una función, pues todo lo que existe tiene una razón para hacerlo, de lo contrario no existiría. Que no la comprendamos y la rechacemos no la invalida, solamente demuestra nuestra ignorancia arrogante.

Aquí no desarrollaré el tema sobre la naturaleza del ego, pero es importante comprender que una de las funciones básicas del ego es preservar nuestro bienestar, es decir, ser nuestro guardián. Él no da órdenes, solo responde a lo que nosotros dictamos; es como un guardaespaldas, un soldado que siempre estará a la orden para protegernos. Por lo tanto si ciertas creencias o definiciones son las que consideras que son «correctas», éste se encargará de hacer todo lo que esté en su poder para protegerlas y preservarlas. Rechazarlo es inútil, pues es parte de nuestra mente, y además funciona de forma automática; por lo tanto créeme, si lo quieres rechazar (matar o eliminar) terminarás muy cansado y no lograrás nada, y suponiendo que lo lograras, te volverías loco.

Es por esto que cuando una persona con creencias muy rígidas (que serán protegidas por su ego) se topa con información o creencias que contradicen las propias, generalmente actúa de forma defensiva, pues si estas nuevas ideas llegan hasta el fondo de la persona, pueden hacer que su definición de la realidad se desmorone y esto implicaría «la muerte». Es ahí donde el ego entra en acción a defender las creencias de su amo, pues ve estas ideas nuevas como una amenaza. Si la amenaza persiste, entonces suelta la postura defensiva y pasa a la ofensiva, tratando de destruir o confinar a todo aquel que piense diferente y que pueda amenazar el bienestar de su amo.

Esto que he descrito es como la mayoría de la gente opera con su ego. No necesariamente debe ser así, cuando nuestras definiciones y creencias se vuelven más flexibles, el ego entonces se relaja y puede aceptar nuevas posturas. Si en algún momento uno se detiene, se observa a si mismo y decide cambiar sus creencias, el ego inmediatamente aceptará la nueva creencia y será la que defenderá de ahora en adelante. Por lo tanto el secreto es ser lo más flexible posible y entonces el ego guardará silencio y dejará de ser una pesadilla para uno y para los que nos rodean.

Los apegos no son otra cosa que la misma respuesta del ego a defender aquello que le fue programado defender. Si se le dijo que requerimos de cierta persona, objeto, idea, creencia, emoción, hábito, etc., para sobrevivir, entonces el ego hará todo lo que esté en su poder para mantener aquello cerca de uno.

La ignorancia, es de lo que ya hablé en este tema.

Hay mucho más que se puede decir sobre los tres venenos de la mente, pero con esto es suficiente para comprender entonces el papel del miedo.

Aquí entonces regresamos a uno de los fundamentos básicos sobre nuestra naturaleza: siempre que sentimos amor, pasión, gozo, disfrute, alegría, etc., es cuando somos fieles a nuestra naturaleza existencial. Esas emociones son la manifestación física de nuestra naturaleza. Siempre que hacemos aquello que nos llena plenamente, estamos siendo fieles a nuestra naturaleza. Por el contrario, cuando experimentamos enojo, ira, angustia, ansiedad, tristeza, depresión, etc. Es cuando nos alejamos de nuestra auténtica naturaleza y somatizamos enfermedades.

El miedo entonces surge como una respuesta del ego hacia una postura, experiencia, idea, definición, etc., que reta las definiciones o creencias con las que creamos nuestra realidad. Pero vayamos un poco más profundo.

Así como el ego tiene la función de ser nuestro guardián, el miedo no es más que un mensajero que nos indica que hay creencias en nosotros que no están alineadas con nuestra auténtica naturaleza existencial, o que hay cosas que no hemos comprendido y debemos hacerlo, pues si estuvieran ordenadas como deben, experimentaríamos gozo, alegría, creatividad, incluso curiosidad. Rechazar al miedo solo lo hará más grande, pues él también tiene que cumplir su función e insistirá tenaz mente en entregar su mensaje, y es donde el ego y el miedo comienzan su lucha.

Cuando se vive ese conflicto, la experiencia se puede volver aterrorizante. Por eso se dice que el tamaño del miedo es del tamaño del ego y sus apegos. Porque ambos se enfrentan en igualdad de circunstancias, mientras más grande se haga uno, más crecerá el otro, y mientras tú no logres flexibilizar al ego, para poder recibir el mensaje del miedo, vivirás cada vez más angustias, pues la lucha cada vez será más grande. Puedes caer incluso en paranoias y esquizofrenias.

¿qué significa todo esto?, que cuando sientas miedo, no huyas ni lo alejes. Abre tu corazón, observa sin juzgar; recibe su mensaje y comprende qué te está mostrando. Como ya lo dije, no puedes morir, por lo tanto cualquier experiencia nueva solo te ayudará a conocer más de ti mismo, y eso es todo lo que el miedo te estaba mostrando en un principio: que tú mismo limitabas tu percepción de la realidad con tus creencias y definiciones que no concuerdan con tu naturaleza existencial.

Cuando eliminas esas creencias o definiciones, el miedo desaparecerá. Tal vez regrese después con otro mensaje. Siempre que encuentres en ti rechazos, ascos, miedos, etc. recíbelos, obsérvalos, compréndelos y haz los ajustes pertinentes; así comenzarás entonces a ver el miedo como un gran aliado, estarás dispuesto a explorar nuevas perspectivas, porque con cada cambio notarás que tu consciencia se expande, aprendes, creces, ves nuevas cosas, experimentas nuevas realidades y la vida se vuelve emocionante y llena de sorpresas en cada momento.

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